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El narcisista es difícil que cambie. Esa frase podría ir en contra de lo que la propia psicología espera, pero el narcisista no suele llegar a la consulta. ¿Y eso por qué? Porque el narcisista no siente que tiene que cambiar. Considera que son los demás los que están confundidos y los que se equivocan, teniendo que ajustarse, por supuesto, a lo que necesita él o ella. El ego en el narcisista conlleva a que vaya generando relaciones por donde arrasa.

En la consulta acuden los hijos, parejas, hermanos, padres, madres de narcisistas, pero no ellos, El narcisista se exhibe como un pavo real, necesita la admiración, sumisión y sensación de poder sobre los demás. Si una pareja le acaba dejando considera que esa persona se equivoca, o que no es lo suficientemente valiosa porque no ha sabido apreciar su relación, pero no se plantea que puede ser debido a que haya hecho cosas mal o que se haya equivocado, el otro es el que no está a su nivel y el que se tiene que adaptar a lo que él considera o desee.

La relación entre narcisismo e identidad se construye desde los principios de la vida de la
persona y va variando a lo largo del tiempo. Mientras el primero se puede describir como el
grado de satisfacción o de insatisfacción que uno tiene consigo mismo, la identidad responde a
la representación interna de quiénes somos, cómo y de qué manera sentimos que somos y nos
relacionamos como seres únicos e individuos diferenciados con los demás
. Su función es la
ubicación de la persona respecto al mundo y para los demás.
El narcisismo es una de las partes que construye nuestra identidad, ya que según nos estimemos
nosotros, nos colocaremos de una forma específica ante nosotros mismos, los demás y el
mundo. El narcisismo es resultado de diferentes dimensiones que interjuegan desde que uno es
bebé y que es parte fundamental de nuestra identidad,
ya que en su desarrollo se logran una
serie de variables que favorecen la autopreservación o cuidado de uno mismo, la supervivencia,
la necesidad del otro, pero teniéndole en cuenta como un ser con sus propias necesidades, el
cuidado del otro, la necesidad de estima y validación y también la necesidad de poder.

Por tanto el narcisismo es una dimensión dentro de la personalidad que no tiene por qué ser negativo dentro de un nivel moderado, pero que en algunos casos puede llegar a ser un trastorno de personalidad con consecuencias negativas para quienes lo sufren.

Los trastornos narcisistas se caracterizan por una grandiosidad patológica, un autoenamoramiento, una alta autoestima y un alejamiento entre la autoimagen y la capacidad real. El narcisista necesita del otro para poder ser «endiosado» por este último, ya que cuanto más insegura internamente sea una persona, tanto más necesitará que el otro/a lo reafirme y convalide.

Las relaciones de pareja con un narcisista son extremadamente dependientes y dónde cuando la otra persona, puede abrir los ojos se da cuenta que ha sido dominada por el otro y que puede empezar a ser ella misma. Son relaciones muy satisfactorias para el narcisista, que tiene una persona, por la que es venerada, admirada, acompañada, tenida en cuenta, sometida, mientras que el otro acaba de una forma más o menos directa anulado. La pareja del narcisista se siente «agradecida» por estar junto a una persona a la que considera admirable porque le coloca en un lugar que frecuentemente no es real; con una gran inteligencia por encima del resto, exitoso, con unos recursos que los demás no tienen, etc., y que tapan las «grietas» y las limitaciones que todas las personas tenemos.

El porcentaje de narcisistas es mayor en los hombres. Personalidades narcisistas abundan en puestos directivos de cualquier índole (religiosa, política, empresarial, redes sociales, medios de comunicación…) donde se nutre de los demás y se coloca en una posición de superioridad de una forma más o menos directa, ya que el narcisista se aprovecha de la bondad y debilidad del otro y quiere brillar frente a los demás.

El narcisista no es capaz de empatizar con el otro, ni realmente amar, daña de una forma más o menos directa, pero es fácil que dañe. Por ello es vital reconocer las características del narcisista y saber protegerse, porque son manipuladores y seguirán queriendo tener al otro a su vera. Cuanto más inseguro y dependiente sea el otro más fácil será el someterlo.

En la actualidad estamos en un momento social donde se favorece el narcisismo y hay muchos narcisistas que tienen mucha más presencia por la difusión tan global como las redes sociales. Basta mirar Instagram, Tic Toc, Facebook para observar un buen elenco de personalidades narcisistas que buscan la admiración y seguimiento de los demás.

Como señalaba al principio del artículo el narcisista no suele acudir a terapia, porque considera que no tiene nada qué cambiar, porque cree que el profesional que le va a atender no está a su altura, porque considera que él puede hacer que las cosas cambien sin ayuda de alguien externo, detectándose una fuerte resistencia y miedo a exponerse en una terapia. Son los de alrededor los que muchas veces acaban pidiendo ayuda, sin saber que tienen a una persona cerca que les absorbe su identidad y anula.

Trabajar con las personas que tienen a un narcisista cerca es poder ir interviniendo para que la persona se reapropie de su identidad a través de poder ir recordando experiencias del pasado que influyeron para que la persona entregase su autoevaluación a otra persona y poder profundicar en lo que la persona fue en el pasado, lo que uno es y lo que quiere ser y si en ese camino le merece la pena seguir junto al narcisista o no.

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